viernes, 3 de junio de 2016

Cucaña y Jauja: El placer del gusto en los paraísos imaginados




En la Edad Media una leyenda circulaba y alimentaba las fantasías y deseos de los hombres. Azotados por el hambre y la miseria la existencia de un país maravilloso, verdadero paraíso terrenal, recuperaba viejos relatos de la Antigüedad y del propio Génesis, y los superaba exageradamente: En el país de Cucaña los alimentos surgían espontáneamente y nunca se acababan.

Brotaban de las extensas praderas, de las más altas montañas, formaban parte de ríos, lagos y mares. Pero no solo de la naturaleza emanaban los manjares más exquisitos: los castillos y palacios eran tortas cubiertas de las más sabrosas cremas, rellenas con las frutas más exóticas.

¡Y los animales! Ellos paseaban cocinados, listos para ser devorados con un cuchillo clavado en su lomo ¡nada de ocasionar inconvenientes al que quería sacarles un buen trozo!

El trabajo era mala palabra en el país de Cucaña y a aquel que quisiera hacerle honor, lo esperaba una prisión; por cierto, siempre vacía.

Verdadera rebelión contra la frugalidad exigida por la Iglesia Católica, en los relatos se alentaba la gula junto con el descanso, se hacía honor a la pereza y se exaltaba el deleite sexual. ¡Paraísos donde reinaba la total satisfacción de las necesidades del cuerpo!

Cuando Occidente llega América, el antiguo relato cobra vida, pero el edén será el país de Jauja. El nombre, real, se toma de una localidad andina en el actual Perú, la cual existía mucho antes de la llegada de los españoles.

Ilustrado por Kasparavicius, esta versión del país de Jauja resulta atractiva para grandes y chicos 
Jauja ocupó entonces el lugar de los sueños, fantasías y delirios de los conquistadores; La nueva tierra del ocio y el descanso interrumpidos solo por comilonas y otros placeres prohibidos. Pero con el correr del tiempo Jauja se volvió el relato de la burla y la ironía que crecían al compás de las enfermedades, el hambre y la muerte.

El placer del gusto y la gula ocuparon un lugar preponderante en fábulas y leyendas imaginadas por el hombre.

Historia de las tierras y los lugares legendarios de Umberto Eco, con sus hermosas ilustraciones, hurga en los relatos bíblicos y otras fuentes míticas  y llega a la leyenda de El Dorado y la avidez de riqueza de los conquistadores españoles en las tierras del Nuevo mundo.

miércoles, 1 de junio de 2016

La algarroba, un fruto para conocer

Miel de algarroba 

¿Quién no se topó en los últimos años con un alfajor o galletitas de algarroba chusmeando la mercadería de una dietética? Y si se llevó algo para probar, seguro no se arrepintió.

 La algarroba es el fruto del árbol de algarrobo, consiste en una vaina que según la variedad de que se trate será blanca o negra. De excelentes propiedades alimenticias y energéticas, contiene gran porcentaje de azúcar natural, proteínas y minerales como calcio, hierro y fósforo. Generalmente se la utiliza en forma de harina y, además de alfajores, panes y budines, se puede elaborar con ella flanes y bebidas energéticas.

Blanco o negro el fruto del algarrobo sirve para preparar platos dulces y también salados.
Este alimento fue muy utilizado en América por sus pobladores originarios. Lucío V. Mansilla en su célebre Una excursión a los indios ranqueles escribía sobre el algarrobo: "Su leña es excelente para el fuego, arde como carbón de piedra; su fruta engorda y robustece los caballos como ningún pienso, les da fuerzas y bríos admirables, sirve para elaborar la espumante y soporífera chicha, para hacer patai pisándola sola, y pisándola con maíz tostado una comida agradable y nutritiva".

Sus bondades fueron olvidadas durante años y sufrió y  sufre de talas indiscriminadas, pero en las últimas décadas, con el surgimiento de las cocinas regionales y su incorporación a la gastronomía internacional, volvió a ser utilizada.







Más historia
Alonso de Rivera, gobernador de Tucumán escribía en 1611 sobre su consumo por parte de los calchaquíes: "...para ellos no hay sustento mejor que la algarroba, porque la comen y beben con mucho gusto y provecho de su salud porque les sirve de purga para todo el año. Y en el tiempo que la comen y beben sanan de muchas enfermedades y se remozan los viejos".

Del centro al norte del país era consumida según tradición y gusto. Con ella se preparaba una bebida alcohólica muy sabrosa: la aloja, de color naranja a marrón oscuro. Según nos cuenta la historia, hasta la década del 60, eran comunes en las plazas de las  ciudades norteñas los kioscos de aloja donde se la consumía diariamente.



Patay era otro alimento muy consumido en tiempos coloniales tomado de la cocina indígena: consistía en una torta (pan) elaborada con harina de algarroba blanca amasada con agua.

Patay: harina de algaroba blanca amasada con agua-

Sabrosos flanes que parecen del más rico chocolate, se hacen con harina de algarroba negra. Para mí, la más sabrosa, de sabor intenso y dulce.

Algarroba negra y nuez, excelente combinación


¿¿Qué espera para saborear algo con algarroba?!

Alfajores de algarroba negra rellenos con dulce de leche, son más ricos aún si el relleno es de dulce de batata.
Una bebida energizante: ¡algarroba, leche y nueces!
Tragos de algarroba