martes, 23 de febrero de 2016

El Mont d'Or, tradición y fiesta en Franche - Comté



También llamado Vacherin du Haut-Doubs, es un pequeño queso de leche cruda de vaca.  Con apelación de origen controlada (AOC), desde 1981, debe su nombre a la montaña Mont d'Or. Desde hace algo más de una década goza de apelación de origen protegida (AOP).


Con un diámetro de 10 a 12 cm y una altura de 5, se elabora entre los meses de agosto y marzo, tiempo de pastura de la raza Montebeliarde, para disfrutarse en época invernal.


En Doubs, uno de los departamentos de la región de Franco Condado (Franche - Comté) se encuentra el Mont d'Or de 1463 m que le da el nombre al petit fromage.
















Entre las normas precisas que deben seguirse para su elaboración, el Mont d'Or tiene la particularidad  de llevar una cincha de madera de pícea rodeándolo  y comercializarse en cajas de la misma madera. Esto le otorga un sabor especial que se acrecienta con el paso del tiempo.

Luego de un  proceso de elaboración en su totalidad manual, el Mont D'Or es apreciado en toda Francia y otros países.

Se lo suele comer con cuchara desde su caja de madera de abeto, apreciando también su corteza.  

El Mont d'Or también puede comerse frío, no olvidar sacarlo un rato antes de la heladera para disfrutarlo a la temperatura adecuada.





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La elaboración del Mont d'Or exige no solo el oficio del maestro quesero, también el del cinchador. Él se encarga de remover la corteza de los pinos para llegar al duramen, la cincha que rodeará al queso. Esta debe hervirse en agua para su esterilización y posterior  ablande.
Exige una maduración de 6 meses, luego se podrán apreciar sus aromas y  degustarlo en su esplendor: cremoso, suave, sensual. Se lo puede consumir caliente (¡derretido, no cocido!) en su misma caja o frío. Delicioso con trufas o simplemente con rodajas de pan tostado.


Inspiración de grandes chefs, Guy Martin prepara una exquisita copa de Mont d'Or perfumada con trufas y una fina tira de tocino que imita la cincha del pino.
Guy Martin, en su programa Épicerie, fine expresa que el Mont D'Or se manifiesta como "bonbons" en el paladar
En la región que le dio origen se lo considera sinónimo de festejo. Cada invierno se lo espera en la mesa y se lo disfruta sabiendo que es producto de la pasión, la paciencia y el oficio de los que mantienen esta noble tradición.


















Fuente: http://www.tv5monde.com/cms/chaine-francophone/Revoir-nos-emissions/Epicerie-fine/Episodes/p-30203-Le-Mont-d-Or.htm










viernes, 19 de febrero de 2016

"Bosanska kafa", el café bosnio con inspiración turca


Muchos bosnios comienzan su día bebiendo una taza de café ( kafa) al que suelen acompañar con un licor de ciruela (rakja).



El café se sirve con su borra, la cual queda en el fondo de la taza,  y no se remueve. Aquellos que lo disfrutan dulce, toman un terrón de azúcar y dejan que los sorbos de kafa (o kava) disuelvan el terrón y envuelvan de su sabor dulce todo el paladar. Los que lo prefieren con leche, son cuidadosos al agregarla a la taza para que la borra continúe en el fondo.


Esta costumbre se da también en Serbia que cuenta con un museo: Huella en el café donde se realizan degustaciones y charlas sobre la segunda bebida más consumida del mundo. El museo forma parte de una empresa multinacional que desde Simanovci (próxima a Belgrado) elabora y exporta café a toda Europa del Este con los granos que llegan de América y Asia. En el lugar su puede participar de degustaciones, charlas y hasta elaborar la propia mezcla de café para llevarse.





¿Sabía que las cafeterías de Londres en el siglo XVII se conocían con el nombre de penny universities? Eran espacios de debate e intercambio artístico donde se podía dialogar con diferentes representantes del arte. Carlos II decidió cerrarlas en 1676 al considerarlas causa de revueltas políticas y en contra de su propia persona. Sin embargo,  la medida quedó sin efecto por la reacción que provocó en la sociedad.


sábado, 6 de febrero de 2016

"Sotelties", las esculturas comestibles de la Edad Media










Nos cuenta la historia que en los banquetes que gustaba ofrecer Ricardo II, no faltaban los sotelties, preparaciones culinarias que eran la imagen de los invitados en cuyo honor se había hecho el festejo. Servidos entre los distintos servicios que componían un banquete, consistían en ornamentos comestibles que se destacaban por sus llamativos colores y sus sabores exóticos.

Se los servía entre servicio y servicio mientras los  comensales conversaban relajados y hacían comentarios graciosos y picantes sobre ellos.


Los estridentes colores que presentaban por lo general eran producto de la fantasía creadora del chef quien utilizaba especias como el azafrán o jugos de hortalizas no para realce natural de lo representado, sino para contribuir con pompa al banquete.





En la  Edad Media tardía, según el poder del anfitrión un banquete podía llegar a presentar hasta diez servicios de comidas.
Durante el Imperio romano, los sotelties  eran símbolo de poder y ostentación.
 Animaban a los comensales y colaboraban en la prolongación del banquete hasta el amanecer.



Estos entremeses, que señalan una historia remota,  solían presentar también la forma de imponentes castillos con apetitosos rellenos a gusto del arquitecto-cocinero.




















Hoy las figuras de mazapán son una continuidad de esos antiguos y ostentosos sotelties  y con ellas se decoran  tortas de cumpleaños y mesas dulces.


Los platos salados también reviven los festines pantagruélicos

viernes, 5 de febrero de 2016

Antares Caballito, la más linda de la Ciudad























En el barrio de Caballito, donde hay varios lugares en los que deleitarse con cerveza, abrió un elegante Antares. Ubicado en Pedro Goyena (la calle más linda de Caballito y aledaños) a unos metros de Emilio Mitre, abre todos los días a partir de las 18.00.


Desde la semana pasada cuando se inauguró, Antares no deja de recibir amigos.
Debido al furor de la promocionada inauguración, si buscás un lugar tranquilo donde relajarse con una cerveza después del trabajo, será mejor esperar un tiempo: Antares Caballito ha superado todas las expectativas.




El restaurante-bar ocupa una casa restaurada de la tradicional avenida del barrio donde conviven antiguas construcciones de gran valor histórico con edificios de viviendas particulares modernos y lujosos.


Una de las tantas casonas de Pedro Goyena, en el sur de Caballito.

Además de muy buenas picadas y platos que acompañan muy bien sus clásicas cervezas, Antares ofrece una delicia dulce muy especial: Brownie elaborado con diferentes tipos de malta y cerveza, sin chocolate.



Un brownie especial, andá pensando con qué cerveza lo vas a tomar


Curiosidad: ¿Sabías que pegado a  Pedro Goyena entra Centenera y Emilio Mitre está el llamado barrio inglés? Son varias manzanas de calles empedradas que lucen hermosas casas antiguas de dos pisos. Otro motivo para conocer Antares Caballito.